miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿Educo o aprendo?

Buscando información en la red acerca de las políticas educativas llevadas a cabo para la integración intercultural, encontramos que la materialización de esta idea se lleva a cabo a tavés de las aulas de enlace. En cada Comunidad Autónoma reciben un nombre, siendo por ejemplo Escuelas de Bienvenida en Madrid, o Escuelas de Adaptación Lingüística en Andalucía. El objetivo de estas aulas es "favorecer la incorporación del alumnado extranjero al sistema educativo, especialmente en aquellos casos en los que éste presente un elevado grado de desconocimiento de la lengua española o un grave desfase curricular". (extracto de las Instrucciones de la Viceconsejera de Educación de la CAM por las que se regulan las Aulas de Enlace).
Si seguimos buscando, también encontramos reflexiones y críticas acerca de este tipo de política, por ejemplo en el Informe sobre Prácticas de Educación Intercultural de centros de enseñanza pública obligatoria de la Comunidad de Madrid (elaborado por la FETE-UGT).

Teorías, palabras, programas, acciones... Podemos actuar focalizando nuestras acciones en esta parcela previamente delimitada y definida, pero no debemos olvidar que se trata de una parte relacionada con un todo, que es la educación en su más amplia extensión. Y la educación no es solo aquella que se lleva a cabo en las aulas. Sabemos que el aprendizaje se produce en multitud de contextos. Quizás lo más importante sea, como se menciona en el artículo “Los pilares de la educación del futuro” de Juan Carlos Tedesco, que entendamos que nos encontramos ante el desafío de enseñar a “aprender a aprender”, con todo lo que ello supone. Y por otro lado, ante el reto de “aprender a vivir juntos”. Esto bajo las exigencias de una sociedad que, aunque se defina como globalizada , paradójicamente fomenta el individualismo (en su acepción más negativa).
Y no parece que esas dos características puedan encajar armónicamente sin antes vencer las resistencias de un sistema educativo que parece no adaptarse a los retos planteados.
Como futuros educadores, creo que es una necesidad el ser consciente de las limitaciones que existen, pero también de las posibilidades que se abren al considerar la educación como una tarea mucho más amplia y dinámica. Y creo que es desde una enseñanza basada en el cómo se aprende, y no tanto en los contenidos, como se pueden lograr resultados. Quizás penséis que esto es algo utópico (y seguramente lo sea), pero ¿de dónde sacar el propósito para actuar? Si pensamos que el cambio no es posible, entonces no actuaremos.
Aunque las parcelas y lugares donde desarrollemos nuestra labor educativa sean reducidas, eso no significa necesariamente que no sean importantes o no serán útiles. Formamos parte de la sociedad, y aunque podamos criticarla y no estar de acuerdo en muchas de las bases en que se asienta, solo nuestras acciones podrán sembrar el cambio que deseamos. Actuemos pues a favor de un verdadero aprendizaje en el “vivir juntos”.

Para terminar, citaré una frase del libro “El vendedor de sueños” de Augusto Cury (muy recomendable): “sin utopías, nos transformamos en máquinas; sin esperanza, somos esclavos; sin sueños, somos autómatas".

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