jueves, 30 de diciembre de 2010

Un testimonio y algo más...

Este es el testimonio real de una chica inmigrante:

"Hola,yo soy una chica inmigrante.he llegado hace un año a Espana.Quise a acabar aqui los estudios y me he metido en un colegio de Madrid en una aula de enlace para poder aprender la lengua española y ir aprendiendo.
Fue una experiencia muy buena,aqui me acojieron muy bien las profesoras que nos han ayudado muchisimo,estuvimos como en familia .He empezado a aprender muy bien a hablar y despues de un tiempo ha empezado meterme poco a poca en las clases con españoles....pero aqui fue muy distinto porque no me senti bien.
 
Los alumnos me miraron muy feo, no hablaban conmigo......me he sentido muy distinta, muy sola,y de aqui he aprendido que no todas las personas son iguales. Muchas personas( aunque no todas) te miran como un imigrante y no como una persona igual...te juzgan antes de conocerte y no entieden que estamos aqui para estudiar o para trabajar porgue en Rumania los padres no tienen trabajo y no tienen dinero para ayudar a sus niños a estudiar por eso estamos aqui para una vida mejor para nosotros y no tenemos que olvidar que todos somos iguales no importa del que pais que somos.

Ahora yo estoy intentando estudiar para tener un futuro porque creo que con  la educacion podre tener un futuro mejor que el de mis padres.Ni padre no trabaja y mi madre limpia muchas casas pero casi no tenemos dinero para pagar el alquiler. Compartimos el piso con una familia para poder pagar los gastos.
Quiero pedir a todos los jovenes españoles que nos ayuden porque al principio nos encontramos muy solos nunca nos invitan a sus casas,sus cumpleaños,sus fiestas y nosotros somos jovenes como ellos y no tenemos amigos pero aunque seamos de otro pais tambien tenemos necesidad de estar con ellos,aprender sus constumbres y nosotros podemos enseñarle las nuestras y asi todos aprender de todos y sentirnos un poquito mejor".


Después de leerlo me resulta inevitable reflexionar, y me pregunto si esta experiencia vivida en primera persona no está relacionada de alguna manera con el texto "El Negro" de Rosa Montero:

"En el comedor de una universidad alemana, una alumna rubia e inequívocamente germana adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos. Al regresar, descubre con estupor que un chico negro, probablemente subsahariano por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el africano no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del europeo, o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países. De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el africano contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la alemana comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico negro. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la alemana se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta".

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